Ana Bejarano, traductora, “el disfrute estético del hebreo está basado en ir a las fuentes”

Ana Bejarano
Ana Bejarano

Creo que los lectores de literatura israelí en español le debemos a Ana Bejarano mucho, y me atrevería a asegurar no sin cierta prudencia claro está, la llegada a nuestro país de la mejor literatura en hebreo. Gracias a su labor podemos leer a los grandes novelistas israelíes como a Zeruya Shalev o a David Grossman y también la literatura en hebreo de escritores judíos antes del nacimiento del Estado de Israel. Ana Bejerano, fue, si se me permite la comparación, una compañera de faena de papel y lápiz en español de aquellos pioneros –halutzim- que se convirtieron luego en escritores y poetas. Su carrera como traductora es enorme, tanto que recibió el Premio Nacional a la mejor traducción en 2016 por la obra Gran Cabaret de David Grossman. Combina su trabajo con la investigación y la docencia en la Universidad de Barcelona.

Los lectores de Marom Connect van a descubrir en detalle su minucioso trabajo artesanal y también la pasión que nos transmite por el Israel moderno, por la complejidad y belleza del idioma hebreo y también por cómo destripa las historias de los libros que traduce. Aunque esta parte, los desenlaces de los libros, lo tendréis que descubrir por vosotros mismos.

Guerson Shaked, crítico de literatura hebrea dice que la literatura hebrea contemporánea es un nuevo Midrash.

¿De dónde nace su pasión por la filología?

Entré en este mundo por pura casualidad como tantas otras cosas en esta vida. Cuando terminé bachillerato escogí filología, aunque no era mi prioridad en ese momento. En realidad yo pedí una beca Fullbright para ir a Estados Unidos pero me la negaron. En mi casa la tradición era ir a la universidad sí o sí. Me metí en filología y escogí hebreo como asignatura dentro de las llamadas lenguas clásicas de las que huía un poco. Vengo de una familia de filólogos, mi madre era romanista, mi hermana arabista, otra hermana y mi padre latinistas, e incluso mi abuelo catedrático de pedagogía en la Universidad de Salamanca y luego por ideología, maestro de escuela en Madrid antes y durante la Guerra Civil.

Además pasé varios años de mi infancia en Suecia, donde aprendí el idioma. Ahí nacieron mis hermanos Ingrid, Astrid y Eric ya que mis padres eran docentes lectores de español en la Universidad de Uppsala. Yo nací en Salamanca en las vacaciones de verano. Mi hermano mayor se llamaba Juan Pablo, tambíen nació en Salamanca pero falleció de niño en Suecia.

¿Por qué eligió el hebreo moderno siendo una lengua aislada y minoritaria e incluso desconocida en España?

Escogí hebreo sin ser nosotros judíos ni tener ninguna vinculación con el judaísmo. La verdad que lo elegí pensando en luego abandonarlo, pero todo cambió porque en el verano del 78 me fui a Israel a uno los de los grandes kibutz del Shomer HaTsair, Gan Shmuel. Allí trabajé de voluntaria y estudié mi Ulpán de hebreo. A mi vuelta a Barcelona retomé el idioma pero me volví a marchar a Israel al verano siguiente.

Yo entré más bien al mundo del estudio del hebreo por mi interés por el Israel moderno a pesar de que en la universidad se nos enseñaba hebreo bíblico. Es imposible dedicarse a la literatura hebrea contemporánea sin tener conocimientos profundos de Biblia. La Biblia, el Tanaj ,es el libro de cabecera del sionismo aunque luego este echó por la borda el Talmud y otros textos.

Como tenemos buena relación los traductores con los autores israelíes me he dado cuenta de que ellos ni siquiera son conscientes de lo mucho que les influye la Biblia. Me refiero a la fraseología y la reescritura en hebreo. El crítico literario Guerson Shaked dice que la literatura hebrea contemporánea es un nuevo Midrash, “es una exégesis moderna de la Biblia”.

Kibutz

¿ El hebreo moderno le ha ayudado a comprender el judaísmo en profundidad?

En la cultura judía está todo engarzado y luego la literatura funciona en muchos niveles. Por ejemplo: al traducir las obras y no siendo el público judío, veo que las obras funcionan igual a pesar de que pierdes información sobre las connotaciones bíblicas en una sociedad como la nuestra supuestamente tan católica como es la española, que no lo es en el fondo, y que ha prescindido de la Biblia desgraciadamente en los estudios durante mucho tiempo.

Me gustaría mirar un poco hacia atrás y que nos pueda iluminar con cuáles fueron sus primeros trabajos como traductora del hebreo al español.

La primera traducción fue para mi tesina de licenciatura en 1980. Y entonces Fernando Díaz Esteban era catedrático de lengua hebrea en la Universidad de Barcelona y él me propuso hacer una traducción, comentario y estudio sobre Raquel Bluwstein, La Poeta, Ha Meshoreret. Ella es en realidad la poetisa hebrea más importante de la primera mitad del siglo XX y sorprendentemente estaba sin traducir a ninguna lengua. Hice una traducción de toda su obra poética y un estudio, es un libro de más de 300 páginas y lo hice con 21 años.

Para ello pedí una beca de la Fundación Juan March ya que en esa época consideraba que había que marcharse a Israel para dominar el hebreo moderno, me marché a Jerusalén. La beca ofrecía becas para temas de autonomías territoriales e hice un estudio de sociolingüística sobre la situación de las lenguas en Israel y en qué medida los inmigrantes abandonan la lengua, la situación del desplazamiento de las lenguas etc. Y estando en la universidad, también por casualidad le comenté mi trabajo de traducción a una profesora. Yo no pensaba ser traductora, ni nada. Ella me dijo “esto no existe en ninguna lengua y esto hay que publicarlo”; y, así lo hicimos con la editorial Río Piedras con Rafael Vázquez.

Y con la editorial comencé una colección de autores israelíes, aunque Raquel todavía no era israelí porque murió en el año 1931. Después de eso me empezaron a llamar, sobre todo el Instituto de Traducción de Tel Aviv que lleva los derechos de la mayoría de los autores y hacen una labor increíble de la difusión de la literatura hebrea contemporánea. La segunda obra que traduje fue una obra de teatro de Yehoshúa Sobol, El alma de un judío: la última noche de Otto Weininger.

Entiendo que ahí despegó su carrera, y ahora ¿cuántos traductores del hebreo al español hay?

Somos seis o siete ahora. Siempre he sido contraria a que los editores en España no quieran las traducciones de autores latinoamericanos, no los quieren. ¿Quién iba a negarle a Borges su español? Pero en traducción pasa. En Buenos Aires está Gerardo Lewin que él mismo es poeta, judío porteño y vivió muchos años en Israel; también es traductor de Vogel. Yo he incidido mucho siempre en que las variantes del español en Sudamérica son igual de buenas que las nuestras. Los demás, somos traductores españoles, bueno, españolas, porque salvo Gerardo, las demás somos mujeres.

Si profundizamos un poco más en la misma labor de la traducción, ¿cuál diría que ha sido su trabajo más enrevesado con las palabras?

Una de ellas ha sido una de las obras maestras de la literatura hebreo que es de S. Yizhar (1906-2006) Hirbet Hiza, una nouvelle de 2009 que editorial Minúscula subtituló inteligentemente como Un pueblo árabe. Trata de las grandes dudas morales que un soldado posee sobre lo que es la ocupación de un pueblo árabe. Está muy dentro de la línea del canon de la literatura hebrea, que está copado por autores que son agnósticos, de ateos declarados, de izquierdas todos. Incluso hubo un pequeño congreso en 2019 donde se planteó el tema de por qué la derecha israelí no se manifiesta literariamente. Cuando se lee literatura hebrea contemporánea parece que los editores escogemos a los más pro-árabes o pro-palestinos y no es así. Y es que todos ellos están posicionados en la izquierda israelí.

S. Yizhar pertenece la generación del Palmaj, que es la primera generación de autores que son nativos de la lengua hebrea. Hasta su generación los autores previos no lo eran. Es lo chocante de la literatura hebrea, que estaba escrita masivamente por no nativos, y el público lector tampoco era nativo. Su hebreo es muy rebuscado, muy literario, muy muy elevado. Es difícil encontrarle el tono en castellano, los diálogos son coloquiales pero el narrador habla muy culto que incusos a los israelíes les cuesta mucho. Me costó mucho.

David Grossman también fue muy difícil, sobre todo la obra que escribió en 2006 cuando su hijo murió en combate en la Segunda Guerra del Líbano. Escribió un género muy de su generación, que no sabes si es poesía, teatro, novela; según él es novela. Más allá del tiempo es una especie de catarsis que él hace de lo que es la muerte del hijo y la situación en la que quedan los padres después de haber perdido a los hijos.

Es lo chocante de la literatura hebrea, que estaba escrita masivamente por no nativos, y el público lector tampoco era nativo.

David Grossman
Portada del libro Más allá del tiempo de David Grossman. Editado por Lumen en España en 2012

Nosotros tenemos la palabra huérfano, pero no al revés, para el padre que pierde al hijo. Esto sale constantemente en la literatura hebrea ya que es una sociedad en que muchos padres son shakul. Es una tragedia socialmente y, cuando estás traduciendo con ese término y aparece una vez, disimulas, das una vuelta y sigues para adelante pero cuando un libro está basado en eso ¿qué haces?

Es increíble como hay sociedades que no han producido esa palabra, la de perder un hijo que es una de las mayores tragedias y que está vinculado al mito más grande que tiene la literatura hebrea que es el Sacrificio de Isaac: como los padres sacrifican a los hijos en el Israel moderno, en el altar de la guerra y entonces en realidad se produce la muerte del hijo. Cuestiones así, son muy muy difíciles, así que trabajamos con él directamente, nos cita a los traducciones para trabajar en la Casa del Traductor en Straelen, en Alemania.

¿Cómo es la acogida de la literatura hebrea por el lector español?

Faltaría hacer un estudio sobre este tema, es muy controversial y lo tengo pendiente. Lo hizo Beatriz González González hace años. ¿Por qué estos autores tan buenos son tan poco conocidos? Yo hice una encuesta en 2002 de 350 cuestionarios en al facultad de filología a ver quién conocía autores israelíes, un buzoneo anónimo y nadie conocía la literatura israelí en general.

Una de las preguntas es si les condicionaba si el autor era israelí, y masivamente dijeron que no. No es una razón la política israelí. Si Grossman vende aquí 25.000 ejemplares, en Alemania vende 180.000 siendo el alemán una lengua minoritaria.

Se vende muchísimo más en Estados Unidos, Francia y Alemania. No tiene sentido que una lengua como el español que tienen 500 millones de hablantes se venda tan poco. Por ejemplo Etgar Keret se transforma para el lector mexicano, pero esta versión del español mexicano luego va a Buenos Aires. Porque Keret habla su lunfardo propio y eso es dificilísimo de traducir pesar de que es riquísimo.

¿Ana, cuáles han sido sus últimas traducciones y qué te han parecido estas obras?

He traducido recientemente Vitoriosa, es una novela muy atrevida de Yishai Sarid sobre el ejército israelí en editorial Sigilo y también el Monstruo de la memoria, que trata sobre el Holocausto y religión. El tema central de Victoriosa es cómo consigues que los chicos de Israel criados entre algodones lleguen a matar. Esta novela habla sobre el trauma de los soldados y que también de mucha gente, parece que la guerra es algo que está lejos, pero está presente todos los días y que estropea la vida de las personas. Sin embargo Yishar fue 17 años parlamentario en la Knesset y como él decía “nadie me tosía, nadie dejaba de saludarme por el pasillo”.

Si Israel tiene algo bueno y que lo he visto a través de la literatura, es la libertad de expresión. Netanyahu por ejemplo le entregó el Premio Israel de Literatura a David Grossman y no pasó nada. La libertad de expresión que hay en Israel ya la quisiera yo para muchos países, como en el nuestro.

Otro libro que preparamos el pasado diciembre y que salió en Acantilado fue Dolor de Zeruya Shalev. Es la mujer más importante en la literatura hebrea contemporánea en mi opinión.  Esta es la cuarta novela que traduzco de ella. Como curiosidad, a la autora le molesta mucho que la gente diga, “me lo he leído en una noche”, cuando la escritora autora tarda cuatro años en elegir cada palabra, cada expresión.

Como adelanto te digo que en febrero sale Como amar a tu hija de Hila Blum con la cual ganó el Premio Sapir que consiste en el premio económico mejor dotado de Israel.

Yishai Sharid
Victoriosa, Yishai Sarid. Editorial Sigilo 2023

Si Israel tiene algo bueno y que lo he visto a través de la literatura, es la libertad de expresión.

Y para cerrar esta enriquecedora conversación, les gustaría saber ¿qué significa para ti la literatura hebrea?, ¿qué tiene de especial?

Lo que me fascina es el poder de la palabra. Es algo muy bíblico, las cosas existen porque hablamos, porque se convierte en palabra. El mundo convertido en palabra. De la lengua hebrea me fascina, pero es muy difícil, que las palabras hebreas son polisémicas. La literatura hebrea juega con el hecho de que el lector cuando lee, a pesar de que la palabra es una, te permite dar un paseo de fracción de segundos por otras posibilidades. Ese es un juego que ha hecho a literatura hebrea de todos los tiempos. Como no está vocalizada la palabra, tu mente puede ir donde quiera, y el disfrute estético está basado en ir a las fuentes. El hebreo más que innovar funciona como un caleidoscopio, las mismas palabras van creado obras nueva cada vez. En Occidente valoramos la innovación, pero el hebreo se centra en la palabra, que se arrastra desde los inicios hasta hoy mismo.

Muchas gracias Ana, hemos aprendido mucho. Ahora toca leer.

Gracias a ti.

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