Isabel Muriedas, 29 años, es original de Astillero, Cantabria, es comunicadora audiovisual, experta en sexualidad y género y ahora trabaja dirigiendo campañas de sensibilización, movilización e incidencia política con varias ONGs. En este caso ha ejecutado la campaña Rompe la barrera para la organización La Merced. Acaban de lanzar una campaña para sensibilizar sobre las barreras invisibles con las que las minorías religiosas en España tienen que toparse en su día a día. El documental resalta entre otros problemas las diferentes barreras que existen para las congregaciones judías.
¿Por qué eligió trabajar con minorías religiosas?
Fue una propuesta sobrevenida de un compañero de trabajo que ya había colaborado con La Merced. Al principio fue chocante porque la religión nunca había formado parte de mi vida y sabía más bien poco. Pero a la vez me pareció un proyecto atractivo. Siempre fui reacia a la religión en general, sobre todo por las experiencias negativas en un colegio católico. Pero cuando empecé a trabajar me di cuenta que mi problema no era con la religión o religiones si no con mi experiencia con la religión católica. Pero desde la ignorancia y la falta de conocimiento solemos pensar que todas las iglesias y religiones se rigen por el mismo patrón. Al hacer el documental me di cuenta que no es así.
¿Qué denuncia con esta campaña de sensibilización Barreras Invisibles?
Queremos visibilizar las barreras que existen en diferentes ámbitos en la vida de diferentes minorías religiosas en España y pretendemos que esto cambie. Hay legislación y eso supone que todas las religiones tienen los mismos derechos: reunión, educación de hijos en tus creencias religiosas, trabajo… Pero la realidad no es así. Vivimos en un Estado aconfesional donde todos tienen supuestamente cabida, pero no.
En su reportaje, entrevista a Yael Cobano -líder espiritual de la Comunidad Judía Reformista de Madrid-, ¿ha descubierto algo del judaísmo español que le haya resultado chocante?
Yael Cobano fue la primera en participar y se notaban los nervios de todos porque fue la toma de contacto de la grabación. Aunque habíamos preparado la información, el guion etcétera, no fue sencillo. Fue un día horrible de calor y viento, además rodamos en una azotea. Pero Yael transmitía mucha luz.
Mientras hablaba con Yael me di cuenta de que no sabía nada de judaísmo, y menos que había un judaísmo minoritario dentro del judaísmo mayoritario, como es el reformista. En el caso del judaísmo, me resultó chocante el tema de las oposiciones, que por ejemplo se suelen hacen el día sábado. En teoría los judíos podrían verse excluidos de de opositar ya que el sábado o shabbat es su día de descanso. También nos aseguró que al salir de la sinagoga suele ser normal decirle a los hombres en plan de advertencia por su propia seguridad: “ojo que aún llevas la kipá”.
Recogen los testimonios de judíos, musulmanes, protestantes, bahaí, hare krisna entre otros, pero ¿de verdad existe un diálogo interreligioso en España?
Esto es complicado de responder. Creo que sí hay diálogo entre las comunidades minoristas, entre ellas, pero dudo que lo haya entre la religión mayoritaria, es decir, la católica con las minoritarias. Desde mi punto de vista a la iglesia católica no le interesa hablar, pues podría darse el caso que la iglesia católica empezara a perder privilegios, como hasta ahora, a favor de las minorías, por ejemplo, por temas fiscales.
Habla de las barreras con las que se encuentran las personas que pertenecen a estoas minorías religiosas. Según tú ¿cuáles son las más difíciles de saltar?
Al final todo pasa por un eje común: por el esfuerzo que estas minorías tengan que hacer por aminorar las barreras que existen. Un trabajo muy duro. Pero aquí varios ejemplos:
El hecho de ofrecer un espacio de culto en el centro de las ciudades me parece central, y no en lugares de difícil acceso. Sabemos que los ayuntamientos tienen sus locales propios para entidades, ongs y podrían ponerlo a disposición de las minorías religiosas. Ahora hay templos, mezquitas, iglesias y otros lugares de culto en polígonos industriales que tardas dos horas en llegar. O están muy lejos o hay que combinar varios transbordos y eso, en definitiva, afecta a las necesidades de estos ciudadanos de reunión y culto.
A nivel educativo, creo que siendo como es España un Estado aconfesional, o se enseña historia de las religiones, abarcando puntos significativos de las grandes religiones y también de las minorías, o no se debería enseñar nada, es decir, que no se enseñe solo religión católica.
El tema del calendario es un rompedero de cabeza. España es un país de festivos, y la mayoría están fijados en base a la religión mayoritaria, algo que comprendo. La ley otorga el derecho a las minorías judía, musulmana y protestante a tener ciertos días, pero se deben de cambiar por otros festivos oficiales. Aquí el problema que existe es que ¿quién iría a trabajar el día de Navidad, Año Nuevo o en la Almudena cuando el resto está de vacaciones?
La Administración Pública por ejemplo podría facilitar el uso del espacio público para ciertos eventos, actos, celebraciones religiosas. A veces una congregación pequeña, no puede presentar un presupuesto al ayuntamiento que garantice que haya 500 baños públicos en cierta calle o plaza para cumplir con la normativa de turno, porque no tienen presupuesto, por eso son minorías. Madrid está lleno de lugares públicos ideales para esto.
¡El pluralismo religiosos existe, y no pasa nada!
¿Cuál sería la mejor forma de acabar con las barreras?
He sido super ignorante muchos años, porque rechacé el contacto con otras religiones por las malas experiencias pasadas con el catolicismo en el colegio. En España hay dos líneas, o la gente que es super férrea de “ir a misa” y luego los ateos que nos sentíamos superiores a veces creyéndonos por encima del bien y del mal. Y al final, todos en algún momento de nuestra vida, nos aferramos a algo, creemos en algo. He debatido conmigo misma sobre todo eso. Y si ahora alguien me pregunta sobre mí, sobre símbolos religiosos por ejemplo, pienso que todo el mundo debe mostrarse como es, sus creencias, sus diferencias, siempre y cuando se base en el respeto y en la democracia. Entiendo que a mi abuela se le pongan los pelos de punta a la gente en túnicas naranjas por ejemplo; pero, la sociedad actual, debe mirar más allá, respetar y entender. Tampoco creo que es necesario aceptar lo que piensa el otro ni que nos parezca correcto sus valores, simplemente saber que existen. Es utópico e incluso irreal una sociedad donde todo el mundo de respete y se quiera, pero la educación es básica: estudiar y conocer a otros. ¡El pluralismo religiosos existe, y no pasa nada!