La Dra. María Luz Mangado Alonso es egiptóloga e historiadora experta en arqueología bíblica. Nació en Pamplona y se licenció en Historia y Arte por la Universidad de Navarra. Realizó su maestría y doctorado en la Universidad de Barcelona en egiptología, seguidos por más tesis e investigaciones que la convierten en unas de las voces más destacadas en España en todo lo relacionado con el medio oriente en la era antigua. Ha participado en numerosas excavaciones arqueológicas en Egipto, Israel y España; y ha publicado varios libros y numerosos artículos.
Cuéntenos sobre tu trayectoria inicial, ¿cómo llegó a interesarle la arqueología en general y en concreto Tierra Santa?
La inquietud por la historia antigua siempre la he tenido, tenía claro que me iba a dedicar a eso desde los 13 años y esto ya marcó mi camino. Primero estudié historia en la Universidad de Navarra y mientras empecé a hacer excavaciones arqueológicas en una finca que tenía mi familia en el pueblo de mi padre en Navarra, a eso me dedicaba en los veranos e iba rescatando material arqueológico y estudiando en los archivos de la región. Lo disfruté muchísimo y ahí empecé en el ámbito de la arqueología.
Al terminar la carrera mis padres me regalaron un viaje a Egipto, donde conocí a uno de los grandes especialistas de esta área, y ahí ya tuve muy claro que era mi pasión, el mundo antiguo y Egipto.

¿Cómo fue su aterrizaje en Israel y la investigación en arqueología bíblica?
El interés por el judaísmo y por Israel me surgió de casa, pues mi padre admiraba Israel y viajó muchas veces. La Cámara de Comercio de Navarra tenía muy buenas relaciones con Israel, sobre todo en el tema agrícola de los regadíos. Así que siempre tuve inquietud de conocer y pasar tiempo allá.
Después de mi doctorado en Barcelona y otros estudios en varias universidades de Europa y EEUU pude llegar a conocer Israel más de cerca. En los estudios bíblicos me centré en la huida a Egipto, en la figura de José y la ruta del Éxodo, me apasioné por el Monte Sinaí. He ido muchas veces y escribí dos libros junto a un profesor de la Universidad de El Cairo: Moisés y el éxodo a la luz de las fuentes sagradas y de la egiptología y El patriarca José y la cultura egipcia.
También soñaba con excavar en Israel y una vez tuve la oportunidad de llevar un equipo desde España y ahí empecé a trabajar sobre las relaciones bilaterales entre España e Hispanoamérica con la Tierra Santa, especialmente con Jerusalén.
¿Cómo son estos vínculos entre España y Tierra Santa?
Se trata de una historia muy desconocida, que se centra en los siglos 19 y 20, aunque comenzó mucho antes. A raíz de estos intercambios se han fundado archivos, museos, fundaciones, tanto aquí como en Jerusalén. Accedí a estos archivos y descubrí que estos temas no se habían estudiado casi nunca, y de ahí surgió mi segunda tesis doctoral.
Uno de mis descubrimientos fue una película documental que se grabó durante una peregrinación a Jerusalén a principios del siglo 20, es uno de los primeros documentales de la historia del cine y fue presentado ante el rey Alfonso XIII, quien además fue el primer rey de España que viajó a Jerusalén y fundó el Colegio del Pilar, el primero en enseñar español en Tierra Santa. Había rumores de la existencia de grabaciones fílmicas, pero no se habían localizado y lo encontré en los fondos de proyección de la facultad de teología de Vitoria, que era el corazón de todo este movimiento. La película se restauró y ya procedí a todo el estudio que salió después en uno de mis libros. En el documental se puede incluso identificar a algunos personajes clave de la época, que antes conocíamos sólo en fotografías.
Es obvio el vínculo católico de España con Tierra Santa, pero ¿Qué vínculos judíos puede tener España con Tierra Santa?
M: Desde épocas muy tempranas, de la época romana, tenemos viajeros, como Egeria, una mujer que sabemos que tenía vínculos con los emperadores romanos, que escribió las crónicas de sus viajes por todo el Mediterráneo. Ese tipo de crónicas que contribuyeron al despertar del interés político en el Medio Oriente, también dejan constancia de algunas costumbres que vio y lo que vio en los lugares mencionados en la Biblia, como por ejemplo el Monte Nevó.
Por otro lado, tenemos las comunidades judías, que sobre todo en la era antigua estaban bien integradas en la población, y tenemos información de una gran relación con la corona, hasta la expulsión por parte de los reyes católicos. La expulsión también hizo que se difundiera la lengua castellana a través del Ladino a todos los lugares a los cuales llegaron los judíos sefardíes, desde el medio oriente y hasta la recién descubierta América.

Ha investigado también la ruta del Éxodo y el Monte Sinaí. ¿Cuáles fueron los hallazgos vinculados al relato bíblico?
En esta área hay mucha controversia, pero yo lo veo desde el punto de vista histórico y me parece sencillo. El relato bíblico menciona ciertos lugares y todos estos están ahí. Hay que tomar en cuenta que la salida del pueblo hebreo de Egipto era muy lenta, iban niños, ancianos, animales, y todos los sitios mencionados están a una distancia que se podría caminar un día llevando a un grupo de gente tan grande y lento. Además, siempre había que llegar a sitios con pozos, pues estamos en pleno desierto, y eso simplifica la localización.
En el Monte Sinaí tenemos el monasterio de Santa Catalina que antes era un lugar muy cerrado, pero eso ha cambiado, han adecuado la biblioteca y el museo para poder recibir visitas. Es un sitio impresionante y central para las tres religiones. Es duro subirlo, pero vale la pena, el paisaje al amanecer es impresionante, y para nuestra sorpresa, arriba en la zona del monasterio ¡hay una zarza!
Los puntos clave ya están ahí, pero la arqueología aún no ha revelado todo, cualquier día se puede descubrir algo que cambie todo lo que pensamos, siempre dejo la puerta abierta. Las historias en aquel entonces se transmitían oralmente así que cada vez salen más cosas a la luz.
¿Qué hallazgo ha sido el más impresionante de su carrera?
Algo que me llamó muchísimo la atención eran los nombres de algunos personajes bíblicos. Al fin y al cabo, el pueblo de Israel era un clan como muchos otros del Medio Oriente. El clan de Jacob prospera y pasan unos 450 años hasta que aparece la figura de Moisés. El nombre Moisés se parece mucho al nombre egipcio Mesés, que significa “nacido”, su hermano Aarón, se parece a Arun, que significa “gran león”.
¿Qué falta por descubrir?
Faltan muchos detalles, por ejemplo, el rey David, su existencia no proviene sólo de la Biblia, pues una cosa es la fe y otra es la ciencia. Se sabe que existió porque su nombre figura en algunos hallazgos arqueológicos, y esos nos dan el testimonio del texto bíblico. No podemos saber si todo lo narrado sobre él fue así, pero sí sabemos que existió y que fue una figura importante. Así que nos faltan los detalles, en Jerusalén hay mucho más por descubrir, a medida que sigan las excavaciones podríamos encontrar cosas que nos cambien por completo la mirada pues la arqueología nos da muchas sorpresas.
