El Certificado de Ancestría Sefardí es una colaboración entre la Federación Sefardí Americana (ASF), Reconectar y Genie Milgrom
Dos nuevas iniciativas relacionadas facilitan el reencuentro con sus raíces a los descendientes de judíos perseguidos, obligados a convertirse al cristianismo o expulsados de la Península Ibérica durante la Inquisición de los siglos XIV y XV.
La primera es un Certificado de Ascendencia Sefardí, que pueden solicitar los descendientes de las comunidades sefardíes de España y Portugal que no forman parte de la comunidad judía organizada y no están reconocidos por la Halajá (ley judía). El certificado reconoce la conexión genética o histórica de una persona con los judíos sefardíes, pero no es oficial a efectos religiosos (como la conversión) ni para solicitar la ciudadanía española o portuguesa.

La certificación es un esfuerzo conjunto del Instituto de la Experiencia Judía de la Federación Sefardí Americana; Reconectar, una organización dedicada a ayudar a los descendientes de las comunidades judías españolas y portuguesas a reconectar con el pueblo judío y Genie Milgrom, autora, investigadora y genealogista que ha documentado completamente su linaje materno ininterrumpido, que se remonta 22 generaciones hasta 1405 en la España y Portugal anteriores a la Inquisición.
“Muchas personas han manifestado su deseo de que se reconozca su ascendencia judía sefardí. Tener un certificado así sería un motivo de orgullo para ellos”, afirma Ashley Perry, fundador de Reconectar, que cuenta con un total de 20.000 seguidores en sus páginas de Facebook en inglés, español, portugués y catalán.
Recientes investigaciones académicas y genéticas han demostrado que hay hasta 200 millones de personas, principalmente en Latinoamérica, Norteamérica y Europa, que tienen una “ascendencia judía significativa”, es decir, al menos un cinco por ciento de ADN sefardí, afirma Perry.
Perry, cuya familia se apellidaba originalmente Pérez y reside en Israel, ejerce presión sobre la Knesset israelí y las organizaciones judías para que den respuestas adecuadas a este creciente número de personas que descubren su pasado judío sefardí.
La genealogista Milgrom es especialista en rastrear los linajes de criptojudíos, también conocidos como anousim, marranos y conversos. Los criptojudíos eran judíos que aparentemente se presentaban como cristianos, pero seguían practicando el judaísmo en secreto para evitar la persecución en la España y Portugal medievales y sus colonias. Muchos fueron denunciados a la Inquisición como «judaizantes» y, a menudo, encarcelados, torturados y asesinados (incluso mediante auto de fe, o quema en la hoguera). Los que sobrevivieron conservaron algunas costumbres judías, pero su identidad judía básica desapareció con el paso de las generaciones, sobre todo cuando se dispersaron y se establecieron en el Nuevo Mundo.

Este fue el caso de la propia familia de Milgrom, que eran fervientes católicos y acabaron en Cuba.
Desde su casa en Florida, Milgrom nos explica que no pasa un día sin que reciba muchas solicitudes de personas que le piden ayuda para rastrear sus linajes judíos. El último proyecto de Milgrom, una extensa base de datos ancestral de apellidos de judíos sefardíes y criptojudíos, complementa el Certificado de Ascendencia Sefardí, permitiendo a las personas realizar una investigación inicial para identificar a sus antepasados judíos.
Al igual que la solicitud del Certificado de Ascendencia Sefardí, la base de datos se ha cargado recientemente en el sitio web del Instituto de la Experiencia Judía.
La base de datos contiene 60.000 registros, incluidos 45.000 apellidos. Hay dos formas de buscar en la base de datos. La opción “Búsqueda ancestral” permite al usuario recorrer 49 colecciones distintas y buscar su apellido. Entre estas colecciones se encuentran las listas de pasajeros de todas las personas que llegaron o se dirigieron a una posesión española, desde principios del siglo XVI hasta 1588. La lista, exhaustiva pero aún no completa, contiene más de 5.000 apellidos. Otro ejemplo es una lista de 1.430 nombres de judíos hispanoportugueses en lápidas en Jamaica, desde el siglo XVII hasta el siglo XX. Un tercer ejemplo son 2.657 registros de la Inquisición en México.
En cada una de estas colecciones, se facilita la siguiente información: nombre, apellidos, alias, año (de la documentación), origen, residencia, ocupación, comentarios especiales y referencia (fuente de la información).
La segunda opción de búsqueda en la base de datos es alfabéticamente por apellido, de Aabela a Zemmour. Se proporciona una bibliografía para cada nombre, de modo que los buscadores puedan ir al libro o documento original donde aparece el nombre y realizar su investigación de seguimiento.
Al otro lado del Atlántico, el etnobotánico Doug Schar de Washington, nos comenta que él se ha beneficiado enormemente del trabajo realizado por Milgrom. Investigador de la historia criptojudía, se enteró de que la familia colonial estadounidense de su padre, supuestamente no judía, descendía de judíos sefardíes. También pudo relacionar a sus parientes hugonotes con España y con parientes que seguían siendo judíos.
“Esta mujer es una máquina de entrada de datos”, comenta Schar refiriéndose a Milgrom. “Su trabajo, ya sea en los registros de la sinagoga de Bevis Marks o en los registros matrimoniales holandeses, me permitió rastrear los movimientos de mi familia desde España a Londres, Ámsterdam y el Nuevo Mundo. Lo bueno de sus bases de datos es que, una vez que tienes un apellido, puedes seguir sus movimientos por todo el mundo”, afirma.
“Cuando empecé mi propia búsqueda genealógica en 2009, tuve que hacerlo todo por mi cuenta. Me llevó tres años de trabajo ininterrumpido. Esta base de datos, en la que he trabajado durante los últimos 10 años, pretende ayudar a la gente en sus búsquedas evitando la necesidad de remontarse a los documentos originales de la Inquisición, a los que no se puede acceder en línea”, explica Milgrom.
Para crear la base de datos de nombres y otros recursos, Milgrom viajó por todo el mundo, visitando todos los países relacionados con judíos sefardíes y criptojudíos. Pasó incontables horas en archivos, cementerios, museos, sinagogas y librerías de libros raros y antiguos. Cree que, yendo más allá de los propios documentos de la Inquisición y rastreando bibliografías de obras eruditas, fue cuando pudo ser realmente capaz de espigar “cada pizca de información”.
La base de datos de Milgrom, que también está disponible en su sitio web, pretende ser un recurso para quienes buscan apoyo para su solicitud de un Certificado de Ascendencia Sefardí, y también para genealogistas aficionados y profesionales. Su sitio web también ofrecerá acceso gratuito a documentos de los Archivos Centrales de Historia del Pueblo Judío y videos de formación sobre cómo utilizar la base de datos y los materiales auxiliares.
Según Drora Arussy, la directora del Instituto de la Experiencia Judía, el proyecto de certificación y la base de datos encajan bien con la misión de su organización de aglutinar todas las experiencias judías no askenazíes.
“Nos centramos en la historia, la cultura y las costumbres de los judíos practicantes de todo el mundo. Sin embargo, los criptojudíos están conectados con nuestro pueblo de forma clara o tangencial”, afirma Arussy.
“La base de datos de Genie es un gran recurso para todos, conozcan o no su historia judía. Es una buena manera de conectarse”, dijo.
El proceso de registro del certificado (en inglés y español) pide que se envíe información como apellidos, origen familiar, resultados de pruebas de ADN, árboles genealógicos, trabajos genealógicos realizados, documentación sobre costumbres familiares y fotos de reliquias judías. Tras la deliberación de un panel de expertos (que puede solicitar información adicional), se informa al solicitante si reúne o no los requisitos para la certificación. Los que reúnan los requisitos pagarán 115 euros por el certificado y un paquete de beneficios educativos. Todo lo recaudado se destinará a impulsar la iniciativa.
Schar está de acuerdo en que el programa de certificación ofrece a las personas interesadas en conectar con su herencia judía y con el pueblo judío la oportunidad de dar un pequeño paso en esa dirección.
“Las familias criptojudías ocultaron su identidad durante cientos de años para salvar sus vidas, y sacudirse cientos de años de ocultación no es poca cosa. Es un gran paso que asusta a la mayoría de la gente”, nos comenta Schar.
“Aunque no es un certificado halájico, da a la gente una validación. Y esa validación los anima a explorar su herencia judía con más seguridad en sí mismos”, añade.
Para algunos será suficiente saber que su apellido es sefardí; para otros, lo que descubran los lanzará a una seria búsqueda genealógica que se remonta a la Iberia del siglo XV. Algunos querrán seguir viviendo como hasta ahora, y otros se sentirán atraídos por el judaísmo.
“Estamos atendiendo las necesidades de un movimiento orgánico creciente que ha surgido de los avances tecnológicos, como las redes sociales y las pruebas de ADN. Cualquier nivel de conexión tiene cabida con nosotros”, afirma Perry.