Estreno de la obra “Un recuerdo después del Holocausto”. Entrevista a sus creadores Samuel Rotter Bechar y Carolina Perelman

Un recuerdo después del Holocausto

Un recuerdo después del Holocausto, de Producciones Nau (directora: Carolina Perelman) es una obra inspirada en hechos reales que explora la complejidad de la memoria humana. Anna, una sobreviviente del Holocausto, lucha a lo largo de su vida por mantener viva la memoria de un recuerdo muy especial: la primera vez que conoció a Zygmunt en una cafetería romántica de París en 1954.

Es una obra que confronta el presente, explorando temas como la identidad y el impacto del Holocausto en sus víctimas y revelando en el camino las historias trágicas de Zygmunt y Anna, así cómo ambos lucharon por sobrevivir y salvarse el uno al otro.

Dramaturgia: Samuel Rotter Bechar y Carolina Perelman

2 únicas funciones: Sábado y domingo 17 y 18 de junio 2023 a las 20:00

Comprar entradas: Teatro Infanta Isabel, Madrid

Os invitamos a una conversación muy íntima con los creadores de la obra Samuel Rotter Bechar y Carolina Perelman.

Un recuerdo después del Holocausto

Carolina, cuéntenos un poco sobre su trayectoria, ¿cómo surgió la pasión por el teatro?

Carolina: Cursé los estudios de colegio en Perú y después me fui a Boston, donde hice Estudios de la Comunicación y cuando me mudé acá, me di cuenta de que en realidad toda la vida quise hacer teatro. Gracias a mi socio y mi esposo Samuel, que fue casi la única persona que desde el comienzo creyó en mí y en mi capacidad de crear obras de teatro, me dediqué a esto y empecé a estudiar Gestión Cultural y Teatro en la Universidad Carlos III.

¿Cuándo arrancaron con vuestra productora?

Samuel: Nosotros arrancamos con Producciones Nau ya en el año 2019, cuando, como dijo Caro ella estaba cursando un máster en Gestión Cultural y luego hizo uno en Creación teatral. En 2019, presentamos nuestra primera obra junta que se llamaba “Claridad”. Desde ese entonces hemos producido varias películas, hemos dirigido una película y este proyecto “Un recuerdo después del Holocausto” viene a ser nuestro segundo proyecto teatral. 

¿Dónde se ha presentado hasta ahora “Un recuerdo después del Holocausto”?

Carolina: Se ha presentado en Madrid, Panamá y en Estados Unidos. Tenemos planes de llevarla a más lugares de Latinoamérica y nos gustaría llevarla también a más ciudades en España.

Samuel: Sí, este fin de semana es la segunda vez que se está presentando en Madrid. Pero, casi me duele decir, que es la segunda vez porque la obra ha cambiado tanto desde la última vez que se presentó en España, el formato, con música, escenografía, vestuario, dirección… La verdad es que hay tantos aspectos nuevos que podría decir que casi es una obra totalmente nueva. La experiencia también es muy diferente. La primera vez que la presentamos era una obra en un formato más pequeño, con un presupuesto mucho más reducido y hemos invertido en crear música, una escenografía totalmente nueva, un diseño de vestuario de la época muy bien desarrollado.

Buscamos crear una experiencia teatral absolutamente nueva” dice en una entrevista, ¿cómo ha sido el proceso de plantear la dirección de la obra desde el principio hasta la versión de ahora?

Carolina: Para mí el proceso artístico está en constante movimiento y evolución, ya sea por cambios que haces en tu obra o incluso por cosas que desde afuera sientes de tu obra. Entonces, al principio sabíamos cómo la queríamos hacer, pero no estábamos siempre 100% seguros del todo. 

Teníamos claro que queríamos contar la historia de los abuelos de Samuel,  de Anna y Zygmunt, cómo se conocieron después de la guerra, cómo rehicieron su vida en otro continente, y cómo ese recuerdo se va tergiversando con el paso del tiempo en la memoria de Anna. Al principio, pensábamos también que sabíamos de qué manera lo queríamos contar, pero con el paso del tiempo fuimos descubriendo cosas y la obra fue evolucionando. Yo diría que lo que a mí más me ayudó es el hecho de que al saber que queríamos contar la historia y además el paso del tiempo, era muy importante que esto se sienta conforme va pasando la obra también.

O sea, hay una transformación en el espacio, en el sonido, en la manera en la que se comunican los personajes, en lo que comenzó siendo el recuerdo y en lo que terminó siendo y esto nos ayudó a desarrollar lo que vamos a presentar el 17 y 18 de junio en Madrid.

Un recuerdo después del Holocausto

“Un recuerdo después del Holocausto” es una producción teatral basada en la obra escrita entre los 2. ¿Cómo se escribe una obra en 2 y cómo ha sido el proceso creativo?

Samuel: Para mí ha sido una experiencia muy gratificante, no diría que es lo más fácil del mundo trabajar con tu pareja, lamentablemente se puede mezclar a veces lo personal con lo profesional, pero yo sí siento que hemos disfrutado la creación de esta obra. 

Estamos intentando plasmar en escena como los recuerdos se van transformando en el subconsciente humano, algo que nosotros nunca habíamos visto antes, por lo menos en escena y realmente cómo pasa esto. Es un proceso de investigación muy largo, y de mucho ensayo y error, en el que constantemente estás reescribiendo y adaptando tu guion de acuerdo a las investigaciones que estás haciendo también con tus actores, con ejercicios de improvisación, de interpretación. Creo que desde la primera versión del guión a la actual queda muy poco. A nivel de idea, sigue siendo el mismo, pero ha cambiado tanto, chistes que han entrado o hemos sacado, momentos más largos, ahora más cortos. Es muy bonito como el teatro es muy vivo y siempre está en una constante transformación. El teatro es algo que está vivo y no algo que se cierra y se deja allí. 

Uno de los temas que trata la obra son los recuerdos y la memoria. ¿Cómo representa esto y cuál es el significado de los recuerdos en la creación de la propia identidad de un individuo?

Carolina: Para mi, los recuerdos son lo que forma nuestra identidad. Todo lo que soy hoy en día viene a partir de mis recuerdos, de mi memoria familiar, de la memoria histórica que he vivido. Como estamos haciendo “Un recuerdo después del Holocausto”, es una obra que tiene muchos matices. No solamente tiene el recuerdo trágico de lo que vivieron, hasta cierto punto esto es algo que de alguna manera los unió, sino también el hecho de que se entendieron, encontraron complicidad y mucho amor en acompañarse uno al otro para el resto de sus vidas. Entonces creo que “Un recuerdo después del Holocausto” representa lo que comenzó siendo, a través de muchas facetas de la memoria de Anna y lo que al final quedó es amor, es amistad, es compañía, que al final es la raíz de todo.

¿Se puede vivir con los recuerdos sin ser prisioneros de ellos? ¿Cómo encontrar el equilibrio entre el pasado y el presente/futuro?

Samuel: Hay que hacer una gran diferencia entre un recuerdo traumático, nostalgia y enfrentar el pasado. Yo creo que es muy importante enfrentar el pasado. Uno pudiera pensar que nuestro problema es sentirse acosado por malos recuerdos. A lo mejor, en la fase inicial del trauma puede ser de esta manera. Pero yo creo que la tendencia de la mente es que eventualmente empiezas a reprimirlo,  como un mecanismo de defensa. 

Lamentablemente, cuando hacemos esto, estos recuerdos empiezan a manifestar su toxicidad de una manera indirecta, en estados de ánimo, en predisposiciones a molestarte con ciertas personas, en reaccionar mal ante ciertas situaciones. Nosotros creemos que el trauma hay que afrontarlo, por supuesto de una manera balanceada y siempre con la intención de encontrar una paz interna. Hay que hacerle frente al daño emocional para procesarlo y superarlo. Pero no creo que algo bueno salga de la idea de que no lo quiero ver, voy a ignorar lo que me sucedió. 

Y en el caso de los recuerdos además hay que tener mucho cuidado porque incluso cuando recordamos algo que acaba de suceder es una versión ficticia y estamos también insertando nuestro estado de ánimo. No es lo mismo vivir una situación de buen humor o de mal humor. Como vamos a recordar esa situación va a ser una manera muy diferente. Por eso, hay que tener mucho cuidado. La mente es muy simbólica, no se trata tanto de lo que pasó sino de lo que significó para ti, que representa dentro de ti. Y esto es lo que la mente realmente busca entender.

Incluso se han hecho muchas pruebas de memoria inmediata y los chimpancés recuerdan mucho mejor a nivel detallado que nosotros porque nuestra memoria es abstracta, no es una memoria de imágenes, es de emociones, simbolismo e interpretación.

Carolina: Otra cosa que quisiera agregar es que al final  la obra reflexiona sobre los recuerdos y la memoria en el sentido de que es muy delicada y frágil la memoria humana, es efímera, no tenemos control sobre lo que recordamos y de qué manera. Por eso, en el caso del Holocausto, que fue algo horroroso que sucedió, es importante que las siguientes generaciones sigan recordando porque no tenemos control sobre si vamos a seguir recordando esto.

Un recuerdo después del Holocausto

«El día más trágico de mi vida fue el día que acabó la guerra, todo el mundo gritaba y reía, estaba feliz, pero  yo comprendí que estaba sola.  No pude derramar ni una lágrima». La soledad es otro tema principal de la obra. La soledad de alguien quien ha perdido a toda su familia, un sentimiento terrible que simplemente es imposible imaginar. Su mensaje es que en efecto, sí se puede sanar esa soledad, es un mensaje de esperanza.

Samuel: En el caso de mis abuelos, ellos tuvieron mucha suerte de haberse encontrado uno al otro. Lamentablemente, no todo el mundo que sobrevivió al Holocausto tuvo esa suerte. A nosotros nos inspira muchísimo la historia de mis abuelos, que fueron capaces de rehacer sus vidas luego de pasar por un evento tan traumático.  Nos gusta mucho el ejemplo que ellos daban de salir adelante, de seguir teniendo esperanza, en el amor, en la vida. De pasar de estar en un estado de soledad a pasar a estar en un estado de esperanza, de pasar de un día en el que no tienes a nadie en el mundo, a ser una bisabuela con 8 o 9 bisnietos y ver toda esta familia que has creado a partir del amor que conseguiste con una sola persona es un sentimiento muy gratificante. 

Yo creo que mis abuelos  a pesar de ese inicio tan trágico que tuvieron sienten que vivieron dentro de todo una vida feliz, de propósito, de amor y de complicidad. Creo que nuestro mensaje es que hay que darle tiempo al tiempo y darse un chance. Darse un chance de que el trauma pase un poco, darse un chance de querer a las personas, de amar. El amor sigue siendo la fuerza que nos salva, la fuerza que permite que la vida valga la pena, que nos permite soportar tanto dolor, tanta injusticia que vemos en el mundo.

Siempre conversando con la gente, acaba siendo este el mensaje: las masas son terribles pero los individuos de vez en cuando nos deslumbran, nos recuerdan que la vida vale la pena.

Carolina: Esta frase la dijo la abuela de Samuel en una entrevista y añadió que en realidad ella ha pasado tantos años sobreviviendo e intentando sobrevivir, sin tener ese tiempo para llorar. Tenía que seguir intentando sobrevivir y llegó el último día de la guerra y se dio cuenta de todo lo que acababa de pasar: estoy sola, todo el mundo está feliz y cantando, yo estoy sola. A mí me parece una frase muy poderosa, además lo que representa esa frase, el seguir, me parece poderoso también. De hecho, hay una parte de un poema de Rilke que nos gusta mucho: “let everything happen to you, beauty and terror, just keep going, no feeling is final”.

También dice aquí:  “no pude derramar ni una lagrima”. ¿Es necesario derramar esas lágrimas para seguir?

Samuel: Esa frase es una reacción muy natural frente a lo que ella tuvo que vivir. Uno pensaría que ante eventos tan duros y tan terribles, uno caería en llanto. Sin embargo, cuando uno pasa por una experiencia tan dura, uno entra en un estado catatónico, en el que por mucho tiempo puedes permanecer en shock. 

En el caso de mi abuela, yo creo que ella estuvo en shock por años. Ella incluso cuenta el día que perdió a su mamá, quien estaba intentando escapar del gueto a través de un permiso de trabajo y se suponía que iba a llegar a casa de una prima fuera del gueto. Cuanto mi abuela se entera que su madre nunca había llegado a la casa de la prima, lo que significa que fue o asesinada, o deportada a un campo de concentración, entró en choque y tampoco pudo llorar. Se quedó con un nudo en la garganta y por años estuvo con ese nudo. Estuvo tan marcada, tan traumatizada que no podía procesar emocionalmente el golpe. 

También hay que tener en cuenta que tenía 12 años, una edad muy temprana en la que tampoco se tienen las herramientas emocionales necesarias. Si hoy, en la sociedad moderna, perder a un padre o a una madre, como adultos, es una experiencia sumamente dolorosa, no me puedo imaginar lo que significa estar dentro de un gueto, pasando hambre, viendo gente siendo asesinada a diario, niños muertos de hambre, tu mamá acaba de desaparecer, todo esto es un estado psicológico prácticamente desconocido para nosotros. 

Muchos sobrevivientes necesitaron décadas para procesar emocionalmente lo que les aconteció y creo que en el caso de mis abuelos pudieron procesarlo en parte a que tenían el uno al otro. 

Justamente hace poco estábamos conversando sobre el libro “Kaddish por un hijo no nacido”, de Imre Kertész y él habla sobre cómo su esposa se divorció de él. El era sobreviviente del Holocausto y su esposa no, y esto representaba en su relacion un abismo, habia una distancia casi inabarcable entre los 2, que llevó a la destrucción de la relación. La esposa realmente no entendía por lo que él había pasado. Y en el caso de mis abuelos, tuvieron mucha suerte porque ellos se entendieron uno al otro, pudieron hablar del tema, contar lo que había pasado, llorar en los brazos el uno del otro y sentir ese dolor tan terrible que ambos sufrieron.

Cada persona tiene sus propias tragedias personales que a veces pueden parecer imposibles de superar. Lo que yo veo en la historia de tus abuelos es un mensaje de esperanza que todos podemos adaptar cada uno de nosotros a su vida  y dejarnos inspirados por esta historia para encontrar las fuerzas para seguir adelante.

Samuel: Ese es el objetivo de la obra. Queremos que salgan de la obra, conociendo la historia de mis abuelos, los horrores del Holocausto, el impacto emocional que tuvo en sus víctimas, pero me gustaría trascender más allá de esto y que el espectador también se plantee su relación con sus propios recuerdos. Cuando hemos presentado la obra en el pasado, varias parejas se nos han acercado a decir: “Hoy voy a acostarme pensando en el día que conocí a mi esposa”. Mucha gente empieza a pasar también por ese proceso interno de ver: y yo cómo recuerdo las cosas, cómo se han cambiado los recuerdos dentro de mi? De ahí, surge un mayor entendimiento de quienes somos, de dónde venimos y qué es lo que además queremos para vivir una vida de significado y de hacer el bien por los demás.

¿Han pensado llevar la obra también al cine? ¿Se perdería algo?

Carolina: Lo hemos pensado, a lo mejor en el futuro sacar alguna película o corto. Tengo varias ideas que me gustaría plasmar en lo audiovisual.

Samuel. Yo sigo siendo muy creyente en la magia del teatro. Hasta cierto punto, el cine nos ha quitado un poco de sensibilidad. Cada vez más hay más distancia entre la imagen y la persona, hay tantos estímulos y tanto déficit de atención. Es difícil encontrar estos momentos de inmersión y de concentración. En un teatro, a oscuras, donde no puedes usar tu teléfono, tienes que sí o sí estar presente, interactuando con lo que está frente a ti. En el caso de esta obra, creo que se genera una experiencia que sería muy difícil de replicar, en mi opinión, en el cine. El impacto emocional en el teatro sigue siendo más potente, lo cual no significa que el cine no me parezca fascinante e increíble tampoco.

Un recuerdo después del Holocausto

¿Están involucrados trabajando en algún otro proyecto?

Samuel: Estamos terminando una película, que se llama “Confesiones” y que ya llevamos desarrollando casi 3 años. Ya en agosto va a estar lista. Es una película que trata de aquellas cosas que jamás admitirías en voz alta, sobre nuestros mundos más íntimos y privados que más nos den vergüenza. Con el objetivo, por supuesto, no de hacernos sentir más vergüenza, sino decir que todos somos personas con sentimientos y sensaciones que a lo mejor nos daría vergüenza compartir, pero creemos que al compartirlas, estamos haciendo que el mundo sea un poco más ameno, más amable, que dejemos de pretender ser otras personas para los demás.

Carolina: También para el próximo año, tenemos planes de seguir presentando la obra en otras partes del mundo. Tenemos otro proyecto que es hacer una residencia de investigación en Perú acerca de lo que representan las culturas preincaicas.

Mucha suerte a los dos.

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