Hoy, 14 de junio, la escritora y ensayista Vivian Gornick cumple 90 años. La mayoría de estas décadas las dedicó a la lucha por igualar los derechos de la mujer, siendo una de las voces más importantes del feminismo.
Apegos feroces es un libro universal, las relaciones familiares son algo que comparte toda la humanidad, y se entiende en cualquier idioma
Nació en 1935 en Nueva York, en el seno de una familia judía socialista que había migrado desde Ucrania. Una de sus obras más destacadas es “Apegos Feroces”, en la cual narra sus memorias de la infancia, en un hogar obrero humilde en un edificio lleno de mujeres, entrelazadas con las conversaciones con su madre, ya de adulta, mientras paseaban por las calles de Nueva York, ciudad que es una más de sus protagonistas en muchas de sus obras.
Esa vida en la familia migrante es algo que además comprende cualquier judío del mundo, esa experiencia de vida marginada, siendo mujer y judía, sin duda ha sido una de las bases de su impulso a la expresión escrita y al activismo.
Vivian Gornick estuvo en Madrid con motivo de la publicación de su libro “Por qué algunos hombres odian a las mujeres” por la editorial Sexto Piso. Originalmente publicado en 1976, captando la esencia de la revolución feminista, dice que quizá hoy no utilizaría la palabra revolución, para que no suene a un término político, pues la revolución es social y cultural.
“En comparación con mi infancia, vivimos en un mundo que sí ha habido una revolución para las mujeres. Antes las mujeres sólo se casaban, tenían bebés y se quedaban en casa. Si trabajaban, sería sólo como secretarias, profesoras o vendedoras. No tenían otro sitio en el mundo. Hoy en día, cada niña puede aspirar a una vida laboral completa, además de la vida doméstica, en casi cualquier entorno cultural, político y social. Este es el logro de mi generación, de la segunda ola del feminismo de los años 60, 70 y 80.
Ese fue un momento explosivo, y hemos podido cambiar la conciencia a nivel cultural, pero después se tiene que implementar a la realidad social paso a paso, y aún estamos viviendo en ese proceso. El objetivo se puede ver en un momento, pero el cambio social es muy muy lento.
La razón por la cual muchas mujeres jóvenes están tan enojadas dentro del movimiento Me Too, es porque pensaban que después de 40 años ya no tendrían que enfrentarse a ese tipo de cosas, pensaron que era algo del pasado. Pero esa lucha sigue, cada día hay que vivir consciente del derecho de ser vista como una igual, como una ciudadana de primera clase, igual a cualquier otro ser humano. Esto es lo que nos va acercando al objetivo de la igualdad”.
El objetivo del feminismo, para Gornick, es que las mujeres sean vistas como personas con vidas reales y significativas “En muchas ocasiones he estado con personas, normalmente hombres, que me hacen sentir que mi vida no es tan real para ellos, como lo es para mí. Alguien que no toma mi humanidad en serio, eso me entristece y me enfurece. Es la esencia de la lucha, de cualquier lucha, porque es algo que algunas mujeres han podido llegar a sentir 50 veces en un solo día. En los años 70, cuando yo era joven y apasionada con todo este tema que recién descubrí, veía el sexismo en todas partes y no quise vivir con eso, eso es lo me convirtió en feminista, me negué a aceptarlo.”
El Internet y el movimiento Mee Too han cambiado también el feminismo, igual que a muchas otras luchas sociales. “La era digital ha permitido que cualquiera pueda compartir su experiencia personal, pero a eso hay que darle un significado político, eso es lo que hace la concienciación, y sin eso sería inútil, se quedaría en un simple cotilleo.”
“Desde que empezamos en los años 70, de vez en cuando alguien intenta declarar que el movimiento feminista se ha acabado, pero es imposible que se acabe. Estas son reacciones políticas, no sociales. Las mujeres no quieren retroceder a solamente quedarse en casa. Eso nunca volverá a pasar. La era que estamos viviendo bajo el régimen de Trump es dolorosa, pero las mujeres sobreviviremos, el feminismo sobrevivirá.”
“El feminismo ha tenido tantos altos y bajos porque es una de las luchas más duraderas. La idea de igualdad entre hombres y mujeres genera una ansiedad que no se compara con ninguna otra lucha, e incluyo el racismo y el antisemitismo, me parece que el movimiento contra el racismo puede avanzar más rápidamente que el feminista”.
Gornick cuenta que escribe prácticamente todos los días. “Es mi trabajo. Sigmund Freud dijo que la vida es trabajo y amor. Para las mujeres, siempre ha sido amor, y tal vez trabajo, el feminismo cambió eso, las cosas se reacomodaron en el orden correcto. Para mí desde luego la vida es trabajo, y sólo después es amor. Creo que trabajar con un propósito es la esencia de la vida, y eso es lo que hay detrás del movimiento feminista y de cualquier movimiento de importancia”.
A lo largo de la historia ha habido numerosos intentos de hacer desaparecer el movimiento. “Desde los años 70, con el movimiento feminista en marcha, en revistas muy importantes como Times Magazine, que son revistas para la clase media, cuyo objetivo es asegurar a los lectores que nada está amenazando su status, de inmediato se han publicado todo tipo de cosas para reducir el significado del feminismo, para minimizarlo. Querían convertimos en nada, decían que no éramos mujeres naturales, que éramos feas y por eso éramos feministas. Con la era del internet eso se ha podido intensificar, aparecieron movimientos virtuales de odio hacia las mujeres, cuando me enteré de eso no lo podía creer. En mi caso se mezclan los comentarios anti-mujeres con los antisemitas, pero yo no hago caso al discurso de odio.”

En “Por qué algunos hombres odian a las mujeres” Gornick habla de literatura, de algunos escritores cuyos textos reflejaban su odio hacia las mujeres. Le hemos preguntado si han evolucionado los escritores masculinos a lo largo de estas últimas décadas.
“Más de lo que pensarías. Cada vez aparecieron más personajes de mujeres en más y más libros, y mucha más realidad. Había una generación de intelectuales estadounidenses que me precedía que tuvo una enorme y muy negativa influencia sobre mí, sobre nosotras. Eso nos hizo inseguras, temerosas. De esos hombres, muy pocos han cambiado con los años, odiaban el movimiento feminista y jamás vieron la contribución del movimiento a la humanidad.
Apenas por el año 2000 algunos críticos literarios comenzaron a comprender el valor de lo que las mujeres estábamos haciendo. Hoy en día creo que hay muchos hombres jóvenes que ya han nacido en el movimiento feminista de forma humanizada y se empieza a ver el cambio.”