Hay una necesidad de abrirnos como judíos a la sociedad y que la gente esté expuesta también a lo que significa ser judío hoy en día en Barcelona
Hace 7 años tuvieron la gran oportunidad de caer en la Casa Adret de Barcelona que es una casa preciosa en medio del antiguo barrio judío de Barcelona. No pudieron decir que no a esa oferta, y eso conllevaba toda una serie de cosas, una cierta profesionalización de la asociación. Mozaika dejó tener un poco el carácter más amateur y juvenil para convertirse una realidad seria
El rol de Mozaika es facilitar el desarrollo de proyectos e iniciativas culturales judías. Tienen varias ramas. Séfer, es el Festival de Literatura Judía; Toldot trabaja patrimonio judío y turismo y por ejemplo Salam Shalom es un marco de diálogo interreligioso. También se ofrecen clases de pensamiento y filosofía judía. Son miradas muy complementarias al final, que dan mucha riqueza y pueden expresar un poco esta complejidad de la historia y el presente judío aquí. El público en la mayoría de las actividades es gente no judía, gente curiosa.
A pesar de ser un referente cultural en el corazón de Barcelona, Mozaika ha tenido dificultades políticas sobre todo en la alcaldía anterior donde el BDS tuvo un peso importante. Y ese hecho hacía que cada cosa relacionada a lo judío supusiera “un peligro” porque se relacionaba con Israel. La ignorancia siempre ha estado ahí.
Sorenssen es también director de la AEPJ (European Association for the Preservation and Promotion of Jewish Culture and Heritage). La AEPJ es una red europea que nace hace 20 años, a través de una iniciativa que se llama los Días Europeos de la Cultura Judía. Fue una iniciativa que empieza en la zona de Alsacia y Lorena en Francia. Fue curiosamente una colaboración franco-alemana con el fin de abrir sitios de patrimonio judío una vez al año para el público local. Sitios que estaban en desuso, abandonados, lugares que los vecinos siempre han pasado a su lado, pero nunca tuvieron la oportunidad de conocer desde dentro. Inmediatamente se suman instituciones y el proyecto crece, porque además responde a unas necesidades muy interesantes.
A esta red se suma el segundo gran proyecto del que Sorenssen es también responsable con es, Rutas Europeas de Patrimonio Judío, que trabajan con el programa del Consejo de Europa de Rutas Culturales. Por ejemplo, el Camino de Santiago fue la primera ruta cultural del Consejo de Europa. Son rutas que conectan sitios, países y territorios a través de una misma temática de patrimonio. Es un proyecto de turismo cultural, pero también educación, investigación, cultura y arte contemporáneo.
Hoy en día la red y estos proyectos han crecido, y parte de nuestro trabajo es apoyar a las instituciones que forman parte de nuestra red para que desarrollen sus propios proyectos, y hay proyectos muy interesantes que están surgiendo por toda Europa”
En España, ¿qué rutas hay y que actividades se llevan a cabo en este marco?
Lo que nosotros intentamos hacer es facilitar el desarrollo de las rutas. España es un caso muy particular, porque nos encontramos con diferentes actores, cada uno con perspectivas diferentes, en cuanto a cómo tiene que ser este trabajo. En nuestra red está desde la Red de Juderías de España hasta el Patronat Call de Gerona, o la Diputación de Lérida. Ambos tienen con proyectos en los Pirineos sobre los judíos que escapaban a través de esa frontera durante la II Guerra Mundial.
¿Y cómo es el día a día en el ámbito europeo?
Como te imaginarás, Europa es muy diversa. Hay de todo y cada país es un mundo. Aunque parezca raro pensarlo en estos momentos los países que están intentando hacer más trabajo en este sentido son los de Europa del Este.
Lo que sí se pueden ver son diferentes tendencias. La Unión Europea ha hecho del antisemitismo una bandera y creo que es importante destacar que la Unión Europea y la Comisión Europea hayan impulsado la primera estrategia europea para combatir el antisemitismo y lo que ellos llaman el Fostering Jewish Life, donde también se incluye cultura y patrimonio.
Se entiende que la cultura y el patrimonio pueden ser un motor de desarrollo cultural, social y económico, pero también un vehículo para el diálogo cultural, que es otra forma de combatir el antisemitismo. Se pone como objetivo el desarrollo del patrimonio judío o la cultura judía en Europa, con lo cual hay oportunidades.
¿Hay proyectos que están pensados especialmente para combatir el antisemitismo? ¿O es más exponer la cultura para darle visibilidad?
Uno de los proyectos en los que trabajamos se llama NOA, Networks Overcoming Antisemitism. Lo que hacemos es intentar ayudar a los estados a que evalúen cómo están trabajando diferentes áreas temáticas en relación al antisemitismo. Por ejemplo, hemos ayudado a hacer una hoja de evaluación sobre temas de cultura y patrimonio. Se plantea si la cultura y el patrimonio judío están integrados en la narrativa nacional o no, si se cuidan las lenguas judías etc.
¿En este último año ha habido proyectos que se han cancelado o que no avanzan por la situación ahora con Israel?
Te daré dos ejemplos que creo que son reveladores. Por un lado, la edición del año pasado de los Días Europeos de la Cultura Judía, que empieza el primer domingo de septiembre, pero se alarga hasta finales de octubre, se vio afectada y muchas actividades se cancelaron tras el 7 de octubre, y en la edición de este año ya se programaron menos actividades.
Uno de los proyectos que íbamos a empezar era una campaña de comunicación que promovía la Comisión Europea justamente para esto, para dar a conocer el judaísmo en Europa. La iba a llevar a cabo una compañía alemana y nosotros íbamos a asesorarles en cómo poder modelar estas narrativas, qué perspectivas de comunicación se iban a utilizar, en dónde poner el foco. Cuando habíamos estado trabajando en esta campaña antes del 7 de octubre, nuestra perspectiva era de trabajar desde el humor y desde las figuras judías locales que han brillado, pero a partir del 7 de octubre todo esto se ha detenido. Ahora es el momento de reflexionar sobre cómo vamos a comunicar, o sea, el humor no se presenta como el mejor medio o quizás sí, no sé…
Los esfuerzos por seguir adelante no van a detenerse, hay una voluntad clara, pero el escenario es complicado. Cosas siguen pasando, las comunidades judías siguen su actividad y así tiene que ser.
Este año sí ha sido difícil para festejar, pero también hay un movimiento fuerte de seguir adelante, de no dejar que esta situación nos detenga, no estar todo el tiempo a la defensiva.
Su apellido no es ni el típico askenazi, ni el típico sefardí…
Viene de una mezcla. La familia de mi padre es originaria de Alemania, pero se mueven a Noruega, cambian el apellido de Orenstein a Sorenssen. Mi padre nace en Madrid, pero se va a trabajar a México, y ahí conoce a mi madre. Una identidad poco clara, cosa que no es común en mi círculo de amigos de la universidad, pero en un ámbito judío no es nada excepcional, el cambio de apellido para disimular el judaísmo etc.
¿Cómo se siente siendo judío en Barcelona este último año tras el 7 de Octubre?
Por supuesto, me siento afectado por todo, pero no he perdido amistades o conexiones que he tenido por lo que ha pasado el 7 de octubre y la guerra posterior. Tengo amigos que piensan muy diferente a mí y no se enmarcan en una determinada forma de ver las cosas, no se encasillan.
Por el trabajo que tengo he podido crear relaciones con gente muy diversa, de orígenes y creencias muy diferentes y lo que me he encontrado es que, en ciertos ámbitos, y también en el mundo en que vivimos, todo ocurre muy rápido, la gente se informa principalmente a través de redes sociales, y todo eso no ayuda en este momento, que requiere dar un paso atrás e intentar entender lo que está pasando porque hay cosas que son inexplicables.
Partiendo de esta tristeza ¿qué sigue?
Entiendo el judaísmo como una llamada a la acción. Buber hablaba mucho de eso. Creo que el activismo pasa por esto, el activismo no es publicar dos cosas en las redes sociales, el activismo es ponerte a trabajar y salir de tu zona de confort y seguir con las iniciativas. Este es el único camino y es un camino que tenemos que recorrer juntos, como el dicho “solos llegaremos más rápido pero juntos llegaremos más lejos”.