El género memoir está colmando las librerías de Europa. No es casual que decenas de escritores se hayan echado al papel a desempolvar los pilares fundamentales de sus familias en el siglo pasado. Son relatos y memorias atravesadas por dos Guerras Mundiales y por las consecuencias que aún perviven en sus descendientes. Este es el caso de la fascinante historia familiar escrita por Sonia Devillers, que tenemos entre manos: Los Exportados publicado en España por Impedimenta.
Se han escrito millones de páginas necesarias sobre el Holocausto, se han levantado monumentos en todas las ciudades como recuerdo a los millones de asesinados o deportados y también se han creado museos de la memoria como advertencia para el presente y el futuro. Cuando parece que ya no cabe más, siempre sale a la luz una historia jamás contada. En este caso Desvillers nos presenta las consecuencias del Holocausto en Rumanía y se centra en otro periodo oscuro de Europa como fue la dictadura comunista del régimen de Ceaucescu.
En Los Exportados nos desvela una historia no contada hasta hoy como fue la venta de judíos rumanos a cambio de ganado, y en concreto de cerdos, por parte del régimen de Rumanía en los años 60. Sus abuelos estuvieron en aquellas listas de intercambio de seres humanos por mercancía.
No importa que el trauma vivido por los abuelos sea íntimo o colectivo, siempre hacen falta dos generaciones para contarlo
¿Cree que los nietos de Francia están escribiendo sobre las historias ocultas de sus abuelos?
En Francia y en otros lugares, contar historias suele ser cosa de los nietos. No importa que el trauma vivido por los abuelos sea este íntimo o colectivo, que esté oculto o documentado, casi siempre hacen falta dos generaciones para sentirse libres de contarlo. No tengo apellido judío, nací en democracia, el Telón de Acero ha caído, la Guerra Fría ha terminado pero mi madre todavía llora cuando intenta explicar su infancia con palabras. Yo no lloro.
¿Cómo la historia familiar ha impactado su vida?
La salida de Rumanía de mi madre en 1961 fue un viaje de ida y un trastorno extremadamente violento para ella a la edad de 14 años. El régimen no cayó hasta 1989. Así que crecí sin que me enseñaran el idioma rumano y sin ver este país. Nunca pensé que podría regresar a Rumanía algún día. Por eso para mí, Rumanía es la gran ausente en mi vida. Incluso hoy, mi madre no entiende que esta historia sea asunto mío. Ella separa su vida en Oriente de su vida en Occidente.
En cuanto a mis abuelos, ellos rompieron con toda forma de tradición judía. Se distanciaron e incluso rechazaron esa parte de su identidad de la que no quedaba nada. Para mí, el judaísmo es una especie de fantasma que me acecha y con el que hoy no sé qué hacer. Ésa es la paradoja: mi historia familiar está terriblemente llena, pero yo he heredado un gran vacío.
¿Por qué sintió la necesidad de contar la verdad sobre el tráfico de judíos de Rumanía a hacia la Europa libre?
Mi madre se quedó estupefacta… cuando se enteró de la existencia de este comercio del que ella misma fue víctima junto con su hermana, sus padres y su abuela. La equivalencia comercial establecida por el régimen rumano entre judíos y ganado la dejó en estado de shock. Tampoco comprendía la indiferencia y el silencio que rodearon este gran comercio durante décadas. Yo quería entender cómo por un lado por qué algunas personas podían ver este “trato” como un simple arreglo práctico, es decir, un acuerdo “ganar-ganar”, mientras que otros lo veían como una ignominia moral.
Esa es la complejidad de todo este asunto: deber lo más hermoso de la vida a una práctica moralmente reprobable
¿Estas “historias judías” fueron durante mucho tiempo una vergüenza en Francia?
El general Ion Mihaïl Pacepa, mano derecha de Nicolae Ceaucescu, huyó de Rumanía y relató al mundo los excesos más demenciales de la Rumanía comunista. Su libro se publicó en Francia en 1987. En él se revela la venta de judíos y el trueque por material agrícola. ¡Ni una sola línea en los periódicos franceses! Pregunté a los periodistas de la época. No se lo creían. No había manera de comprobarlo. Prefirieron dejar de lado aquella loca historia.
¿Se ha enfrentado usted a este dilema durante su proceso de escritura: Jacober o permanecer en Rumanía?
No había dilema: mi familia tenía que marcharse a toda costa. Mis abuelos estaban a punto de ser detenidos. La casa estaba vigilada día y noche y ya no tenían ingresos. Iban a vivir como parias. Ellos mismos no sabían nada del “sistema Jacober”. Y este contrabandista demostró ser muy fiable y eficaz. Le deben su libertad, la posibilidad de educar a sus hijos en democracia. Esa es la complejidad de todo este asunto: deber lo más hermoso de la vida a una práctica moralmente reprobable. Hay que imaginar que, en los años siguientes, la vida cotidiana de los rumanos se deterioró considerablemente. Muchos querían huir del país.
Antes de la Shoah había en Rumanía aproximadamente 750.000 judíos, como muy bien señala en el libro, pero ¿cuántos hay ahora? ¿Cómo es la vida judía en Rumanía hoy?
No sé mucho sobre la vida de los judíos rumanos en la actualidad. Sólo sé que muchos de ellos se han trasladado a Israel (a raíz de un acuerdo financiero entre ambos países, en el que también participó Jacober) y que los años comunistas han dejado una huella irreparable en cuanto a la falsificación de la historia.
La dimensión de la Shoah rumana y la responsabilidad del Estado rumano en las persecuciones cometidas siguen siendo gravemente incomprendidas, cuando no negadas. El revisionismo es moneda corriente. La figura del líder fascista Antonescu, brazo armado de Hitler en el Este, es rehabilitada con regularidad.
Las sumas en juego eran colosales, decenas de millones de dólares, y fueron acaparadas en su totalidad por un puñado de dignatarios, y luego por la familia Ceaucescu
Usted dice que para la Securitate esta tarea fue extremadamente importante para el Estado, es decir, era una impresionante fuente de divisas extranjeras para Rumanía. ¿Cuánto dinero ganó Rumanía vendiendo Judíos?, ¿A dónde cree que fue a parar ese dinero?
Las sumas en juego eran colosales, decenas de millones de dólares, y fueron acaparadas en su totalidad por un puñado de dignatarios, y luego por la familia Ceaucescu. Todo se transfería a cuentas secretas. En cuanto a la producción de carne, se destinaba a la exportación. La población, regularmente afectada por la escasez, no se beneficiaba.
Después de publicar el libro en Francia y ahora en España, ¿podría decir que está más unida a Rumanía o al judaísmo?
No me siento más rumana o judía de lo que me sentía antes de escribir este libro. Este trabajo nunca ha sido una búsqueda de identidad, ni un deseo de pertenencia. Se trata más bien de un deseo de llenar los silencios del pasado, de comprender mejor a mi madre como personaje de piel que es, de averiguar quiénes fueron mis abuelos en su vida anterior… En cuanto a mi estado civil, soy la misma y estoy contenta con ello. En cambio, mi psicoanalista está encantado. En el diván, ¡he dado pasos de gigante!