
El patrimonio judío en Europa es, al mismo tiempo, un legado universal y un elemento profundamente local. Durante siglos, las comunidades judías formaron parte integral de las ciudades y pueblos donde vivieron, dejando huellas materiales e inmateriales que hoy constituyen una memoria frágil al mismo tiempo que singular en cada caso. Sin embargo, ese patrimonio se enfrenta a un reto fundamental: ¿cómo preservarlo y difundirlo sin caer en la apropiación superficial o turística, y cómo devolverle un sentido vivo y auténtico?
En este contexto, la implicación de los jóvenes resulta esencial. No solo porque representan la continuidad de la memoria, sino también porque aportan nuevas formas de aproximarse al patrimonio, contribuyendo así a la innovación en los formatos de experiencia patrimonial que dan respuesta a las inquietudes de la sociedad contemporánea.

Casos relativos al legado medieval y contemporáneo: experiencias en Barcelona y Minsk
En la ciudad de Barcelona, el proyecto NextRoutes, impulsado por la Asociación Europea para la Preservación del Patrimonio Judío (AEPJ) en colaboración con otras Rutas Culturales certificadas por el Consejo de Europa, convirtió el antiguo barrio judío en un escenario de exploración lúdica.
Universitarios que estudian la historia del judaísmo en España diseñaron un recorrido por el Call medieval, incorporando preguntas, códigos QR y retos fotográficos a través de una aplicación móvil. La experiencia no solo permitió redescubrir calles y espacios cargados de memoria —como el Centro de Interpretación del Call, la Plaça Sant Jaume o la Calle de Salomó ben Adret (Rashba)—, sino que también situó a los jóvenes en el centro del proceso: no eran simples receptores de un relato, sino creadores y narradores de su propio contenido.
Esta co-creación es clave para que la memoria no se limite a una transmisión vertical de expertos a visitantes, sino que se convierta en una experiencia participativa y crítica.
En Minsk, jóvenes de la comunidad judía Lech Lecha participaron en un recorrido que combinaba las mismas tipologías de herramientas de interacción, pero centrado en historia de la comunidad judía de la ciudad de los siglos xix y xx. El itinerario los llevó por lugares que fueron núcleo de la vida judía en la ciudad: antiguas sinagogas, escuelas, hospitales y, de manera especialmente conmovedora, el barrio del antiguo gueto.
Muchos de estos espacios hoy no muestran huella visible de su pasado. Sin embargo, gracias al contenido digital desarrollado por la organización The Together Plan junto con la AEPJ, los participantes pudieron reconstruir con la imaginación y la memoria colectiva la vida que llenó esas calles en su día

Jóvenes para llegar a los jóvenes
Estas experiencias ponen de relieve un aspecto fundamental: la memoria judía no pertenece únicamente al pasado, sino que constituye una dimensión activa de la identidad local. Redescubrirla supone también dialogar con la ciudad contemporánea, sus habitantes y sus desafíos.
Un aspecto esencial de estas iniciativas es que los propios jóvenes sean protagonistas. Su implicación no es solo estratégica, sino transformadora: cuando un joven guía, diseña un juego o comparte en redes sociales una experiencia patrimonial, logra conectar con otros jóvenes de una manera mucho más directa y natural que la que podría establecerse desde instituciones formales.
En este sentido, proyectos como NextRoutes muestran cómo la participación activa puede generar un efecto multiplicador: cada actividad no es únicamente un ejercicio de memoria, sino también un puente hacia la construcción de comunidades más conscientes, críticas y abiertas a la diversidad cultural.
Un patrimonio vivo
La recuperación del patrimonio judío en Europa no puede limitarse a la conservación material. Se trata de restituir sentidos, activar memorias y construir identidades vivas. Y en esa tarea, los jóvenes juegan un papel imprescindible.
Desde Barcelona hasta Minsk, pasando por tantas otras ciudades que formaron parte de la rica geografía judía europea, la combinación de innovación, compromiso y memoria intergeneracional nos recuerda que el patrimonio no es solo lo que heredamos, sino aquello que somos capaces de transmitir.
